
El siglo XXI ha corroborado la dependencia absoluta de los avances tecnológicos en la vida de perfil contemporáneo. La Inteligencia Artificial (IA) no es la excepción y, en ese sentido, su regulación es una cuestión que acarrea profundas implicancias. En América Latina, se abre, entonces, un novedoso aún incierto horizonte para comprender y reglamentar dicha tecnología, con grandes oportunidades y retos en potencia.